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Doctora Elise (NOVELA) - Capítulo 21

⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Matrone Scan


—¿Doctor? ¿Qué ocurre? —La joven parecía confundida.

Graham frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No, no es nada.

—¿Perdón? ¿Acaso se siente incómodo? —preguntó Elise nuevamente, pero Graham mantuvo la boca firmemente cerrada.

¿Cómo podía explicar que su corazón se agitaba al ver a su aprendiz? Claro, siendo un “joven genio”, se había convertido en médico a una edad muy temprana y apenas rondaba los veinticinco o veintiséis años, sin mucha diferencia de edad con ella. Aun así, esto no estaba bien.

—No le des importancia. No es nada.

Justo entonces, alguien gritó con urgencia:
—¡Doctor Graham! Por aquí. ¡Por favor, apúrese! ¡Hay un paciente!

Parecía que este paciente tenía algo inusual.

—Vamos.
—Sí, doctor.

Tras llegar rápidamente, sus expresiones se endurecieron al ver al paciente.

—Dios mío…

Era un hombre de mediana edad con una herida de bala, y su condición era crítica.

Ya tenía el color ceniciento de un cadáver. Estaba inconsciente, y sus pupilas no reaccionaban a la luz. Aún respiraba, pero su estado era tan grave que no habría sido sorprendente si moría en ese instante.

—De todos los lugares, la bala tuvo que impactar justo ahí… —Graham tragó un gemido.

Elise entendió cómo se sentía.

El cuadrante superior izquierdo del abdomen. Para ser específicos, donde debería estar el bazo.

Pero entonces, una voz fría los llamó:

—¿Cómo está su condición? Deben salvarlo.

Un hombre increíblemente hermoso, de cabello rubio y ojos azules, con un aire glacial. Vestía un traje sencillo, como cualquier ciudadano común, pero emanaba una dignidad extraña y poderosa.

En el momento en que Elise lo vio, se quedó paralizada.

¿Qué es esto? ¿Este sentimiento…?

Nunca lo había visto antes, pero algo en él le resultaba extrañamente familiar. Se preguntó si se habían conocido antes, pero era imposible. Sin embargo, la fuerte familiaridad que sentía la hizo inclinar la cabeza.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

¿Elise?

Mientras tanto, el hombre, el príncipe heredero Linden, también se sorprendió al verla. No imaginó que se la encontraría tan pronto como entró al hospital.

Se ha vuelto un poco más delgada.

No llevaba uno de sus vestidos habituales, sino una bata quirúrgica como la de los médicos. No parecía que ese atuendo le quedara bien, pero extrañamente, así era.

Tal como el emperador había planeado, parecía haber pasado por momentos difíciles en la Clínica Teresa, dado su aspecto demacrado, pero su expresión era luminosa. No, para ser exactos, su rostro rebosaba vida.

¿Era capaz de hacer esa expresión?

El príncipe heredero la conocía desde niños, pero era la primera vez que la veía con ese semblante.

—¿Cómo está Randall? ¿Pueden salvarlo?

Basta de divagaciones. Lo importante ahora era la supervivencia de su leal asistente, no Elise.

Linden se dirigió, no a Elise, sino a Graham, quien parecía ser el médico a cargo. Su razonamiento era claro: ¿qué sabría ella, recién llegada al hospital?

Graham guardó silencio un momento antes de hablar.
—Será difícil.

La expresión de Linden se endureció. Su aura se volvió cortante.

—¿Qué significa eso? Hable claro, doctor.

—La bala perforó su bazo. El bazo es un órgano lleno de vasos sanguíneos. Es imposible detener la hemorragia, así que, lamentablemente, no hay nada que podamos hacer.

Linden se mordió el labio. ¿Randall iba a morir? ¿Los médicos no podían hacer nada?

—¿Está seguro? ¿Realmente no hay forma de tratarlo?
—Sí, lo siento, pero… la ubicación es demasiado peligrosa. No podemos hacer nada con una herida así.

Ante esas palabras, Linden metió la mano en el bolsillo de su pecho y sacó un objeto.

En el momento en que Graham y Elise lo vieron, sus ojos se abrieron por la sorpresa: era una cruz con dos animales erguidos a cada lado.

Y la inscripción decía:

[Honi soit qui mal y pense
Dieu et mon droit]

O, en español: “Que se avergüence quien piense mal de esto. Dios y mi derecho”.

¡Era el lema de la Casa Imperial Romanov!

—¿P-pero…? —Graham estaba tan alterado que tartamudeó.

Elise estaba igual de impactada. ¿Quién es él? No es miembro de la familia imperial. ¿Qué está pasando?

Todos los miembros de la familia imperial Romanov tenían los característicos ojos dorados que albergaban su poder sobrenatural. Por lo tanto, este hombre de ojos azules no podía ser uno de ellos. Quizás era un pariente político. Pero Elise conocía los rostros de todas las familias nobles de alto rango, y no lo reconocía.

Él habló con voz grave:
—No me importa lo que tengan que hacer. No importa el costo. Sálvenlo, cueste lo que cueste. Si salvan su vida, pagaré cualquier precio o consecuencia.

Graham se mordió el labio, preocupado. Maldición, ¿qué hago? No hay forma de tratar un agujero en el bazo.

Aunque el hombre fuera alguien de gran estatus, incluso relacionado con la familia imperial de alguna manera, era imposible volver posible lo imposible. Eso aplicaba no solo para Graham, sino para cualquiera.

Ni el Hospital de la Cruz Imperial, ni el médico imperial, ni nadie. No había quien pudiera tratar esta herida.

—Mis discul…

Justo entonces, escuchó unas palabras a su lado que nunca esperó:
—Entendido. Haremos todo lo posible.

—¿¡Rosé…!?

Graham miró a su pupila, shockeado.

Ella observaba al paciente con un rostro sereno.

—Doctor, podemos hacerlo.

¡Qué ridículo!
—¿Qué clase de tontería es esa, Rosé? ¡La bala perforó su bazo! ¡Es imposible!

Procedió a explicar exactamente por qué era imposible:
—¡El bazo tiene innumerables vasos sanguíneos! ¡La bala debe haberlos perforado todos, así que es imposible detener la hemorragia!

—Lo sé. Es imposible cauterizar cada vaso sanguíneo desgarrado.
—Si lo sabes, ¿por qué hablas de tratamiento?

Graham pensó que la joven solo hablaba por compasión hacia el paciente.

Pero entonces, la chica dijo:
—Solo tenemos que extirpar el bazo.
—¿Qué…?
—Si no podemos detener la hemorragia en el bazo, entonces lo removemos por completo y ligamos el vaso que lo alimenta. Así detendremos el sangrado.

El rostro de Graham se llenó de incredulidad. Como médico destacado, entendió lo que la chica proponía.

Cierto, ahora que lo pienso…

Tragó saliva.

No hay razón para detener la hemorragia en el bazo. Si lo extirpamos y ligamos la arteria que lo irriga, podemos detener el sangrado por completo. ¿Pero cómo se le ocurrió esto?

En otras palabras, era imposible reparar una bolsa de agua rota, así que desecharían la bolsa y cortarían el suministro de agua.

Eso definitivamente detendría la hemorragia.

Una solución simple, pero casi revolucionaria, ya que nadie lo había pensado antes. Ni siquiera el conde Graham, quien sentó las bases de la medicina avanzada, había concebido esta idea.

¿Quién es esta niña?

Pero la sugerencia no estaba exenta de problemas.

Graham preguntó con severidad:
—El bazo está en lo más profundo de la cavidad abdominal. ¿Cómo piensas abordar el estómago, el páncreas, los intestinos y el epiplón que lo rodean?

Pero la chica respondió sin dudar nuevamente:
—Primero, removemos el ligamento que sostiene el bazo, y luego lo rotamos.

La explicación no fue inmediatamente clara. Aunque era evidente que la chica tenía un plan, a él le costaba seguirle el hilo, a pesar de no ser una persona común.

—Entonces, ¿quién realizará la cirugía? Yo no tengo la habilidad para hacer lo que describes.

Ante esas palabras, la chica lo miró con determinación en los ojos.

—Yo lo haré.
—¿Qué…?
—Yo lo haré. Sé que puedo hacerlo.

Graham pareció desconcertado.

¿Una aprendiz que ni siquiera llevaba un mes en el hospital quería realizar una cirugía mayor? Claro que sabía que era una genio de habilidades inexplicables. Pero esto no estaba bien, ¿verdad?

Fue entonces cuando ella habló, con desesperación en la voz:

—Doctor, sé que esto le parece ridículo, pero confíe en mí esta vez. Lo salvaré. Sé que puedo hacerlo.

La mirada de Graham vaciló.

—Si lo dejamos así, este paciente morirá, pero con la cirugía que describí, quizás podamos salvarlo. No, definitivamente lo salvaré, así que por favor, confíe en mí.

Justo entonces, el príncipe heredero le habló con voz baja:
—¿Realmente puedes salvarlo?

Elise lo miró.
—Sí, puedo… no, definitivamente lo salvaré.

El príncipe heredero la observó.

Sus ojos azules brillaban con la determinación de salvar a su paciente. Era una luz tan intensa que hizo vacilar su mirada. ¿Siempre había sido así?

Pero ocultó su sorpresa y habló con frialdad:
—¿De verdad? No perdonaré comportamientos irresponsables.

Conocía bien a Elise, una aprendiz que acababa de declarar que quería ser médica.

¿Cómo podía afirmar que realizaría con éxito una cirugía que un médico cualificado consideraba imposible?

Mientras tanto, Elise se mordió el labio. No hay tiempo. Necesita entrar al quirófano ahora.

En ese mismo instante, el paciente sangraba por su bazo. Sabía que, con cada segundo que pasaba, sus posibilidades de supervivencia disminuían drásticamente, y eso la angustiaba.

—Quiero salvar a este paciente. Por favor, confíe en mí. Haré todo lo posible. Definitivamente lo salvaré.

Su voz estaba teñida de urgencia y desesperación.

La mirada del príncipe heredero vaciló nuevamente ante la preocupación genuina que mostraba por su paciente.

Finalmente, habló:
—Está bien. Pero debes salvarlo. ¿Puedes?

Incluso al decirlo, se sorprendió a sí mismo. ¿Realmente le estaba confiando la cirugía de Randall a esa chica?

Pero no había otra opción. Así como iban las cosas, Randall moriría, así que al menos debía aferrarse a cualquier esperanza, ¿no?

Además…

La mirada de la chica elegida como su prometida, esa determinación feroz, esa preocupación por su paciente, lo conmovió profundamente.

Como príncipe heredero del imperio, había conocido a muchos médicos destacados, pero nunca a uno con tanta pasión en los ojos.

—Sí, haré todo lo posible.

Y así, se decidió la cirugía.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

Se trasladaron al quirófano de inmediato.

El paciente estaba en condición crítica; cada segundo contaba.

Mientras administraban anestesia con gas, se toparon con otro problema.

—¿Quién más nos acompañará en la cirugía?

No bastaban dos personas. Como mínimo, Elise y Graham necesitaban a alguien más como segundo asistente.

El problema era que, debido a la hora avanzada y a la gran cantidad de pacientes en el centro de atención, no había más personal médico disponible.

Elise pareció preocupada por el dilema inesperado.

No podía comenzar la cirugía solo con Graham. Definitivamente necesitaban a otra persona…

Fue entonces cuando alguien inesperado resolvió el problema.

—¿Necesitan a alguien más? Entonces ayudaré yo.

Era el príncipe heredero.

Graham y Elise lo miraron sorprendidos.

—Pero…
—No hay remedio, ¿verdad? Tengo experiencia en tratamientos médicos por mi participación en la Guerra de Angiers hace dos años. Seré más útil que cualquier persona al azar.

Elise dudó ante sus palabras.

¿Qué hago? ¿Estará bien?

¿Alguien ajeno al personal médico participando en una cirugía? Habría sido impensable en la Tierra moderna, con su sistema médico bien establecido y leyes estrictas.

Pero el segundo asistente realiza tareas tan básicas en una cirugía de ruptura de bazo que sería útil, incluso sin experiencia médica.

Sus responsabilidades eran simples, como sostener instrumentos quirúrgicos, y requerían poco conocimiento médico.

—Decídanse rápido. ¿No estábamos apurados?

Elise tomó una decisión al escuchar eso.

El hombre tenía razón. No había tiempo. Era más importante comenzar la cirugía que esperar a que alguien del personal estuviera disponible.

Si lo guío bien, podrá cumplir el rol.

—Pero… ¿estará bien? La cirugía puede ser desagradable de ver.

Su pregunta era un intento de ser considerada con un hombre de noble cuna.

Sin embargo, su respuesta fue concisa:
—Estoy salvando a uno de los míos.

Claro, asistir directamente en una cirugía sangrienta y difícil no era tarea para un príncipe heredero imperial, y Randall no era su asistente más leal.

Pero Randall era, sin duda, uno de los suyos, alguien que lo servía. ¿Por qué no haría esto si significaba salvar a uno de los suyos?

Esa era la mentalidad de Linden al responder.

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