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El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 01

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Capítulo 01

¡Bang! ¡Bang bang!

 

En medio de la naturaleza, se oyó un ruido tan fuerte que eclipsó todos los sonidos de la naturaleza. Pronto, un hombre de pie en el mismo epicentro, lleno del fuerte olor a pólvora, sacó un cigarrillo del bolsillo de su abrigo. El asistente que le acompañaba le encendió la colilla de un modo familiar.

 

A otro hombre de mediana edad que observaba la escena de cerca le entraron sudores fríos. Si fumaba un cigarrillo al ver un arma casi desarrollada, la siguiente reacción sería:

 

—Es basura. Desháganse de todo.

 

Estas fueron las palabras que salieron de la boca del Duque Arthurus Kloen cuando los disparos se detuvieron por un momento.

 

—Tal vez el duque no lo sepa.

 

El encargado de esta producción de armas se secó con un pañuelo el sudor que le corría por la cara en una cantidad notable, y le dio una no explicación al hombre que rondaba la edad de su hijo.

 

—La guerra ya ha terminado de todos modos. No tenemos que gastar tanta energía desarrollando armas como se hizo durante la guerra. Los militares nos decían que entreguemos armas rápidamente…

 

El hombre hizo una pausa en su divagación, no por ninguna razón en particular, sino simplemente porque sintió una extraña sensación de presión por la forma en que el hombre que tenía delante le miraba fijamente a la cara, echando humo de su cigarrillo.

 

Arthurus Kloen no mostraba ninguna emoción. Sin embargo, infundía miedo con su sola presencia. Aunque era joven y hermoso, su cuerpo robusto y su mandíbula bastaban para intimidar a los demás, y sus ojos azules, casi grises, eran como joyas.

 

Sobre todo el aura indescriptible que desprende…

 

—Sr. Smith.

 

Por un momento, el hombre que miraba fijamente a Arthurus volvió en sí al oír el tono educado.

 

—¡Sí, sí!

 

Los labios de Arthurus se curvaron hacia arriba en una suave sonrisa ante la expresión estupefacta del hombre. A diferencia de cuando estaba inexpresivo, la atmósfera se suavizó y el hombre casi se relajó sin darse cuenta.

 

—Hay un gran error en lo que ha dicho.

 

—¿Sí, sí…?

 

—En primer lugar, la guerra no ha terminado. Sólo hubo un alto al fuego temporal debido a los enormes daños causados por el largo conflicto entre ambas naciones.

 

—P-pero la posibilidad de otra guerra…

 

—En segundo lugar, las armas fabricadas por la empresa de mi familia llevan mi nombre.

 

El nombre de la empresa militar dirigida directamente por Arthurus Kloen era “Arthurus”. Era una famosa anécdota que su abuelo materno, el fundador, bautizara la empresa con el nombre de su nieto.

 

—Eso significa que no puedo sacar basura como esta bajo mi nombre en aras de beneficios inmediatos.

 

Las palabras pronunciadas por el hombre que estaba frente a él le eran ajenas. A diferencia de su sonrisa amistosa, las palabras que pronunció eran extremadamente afiladas.

 

—Y, por si lo había olvidado…

 

Las emociones se revelaron finalmente en el rostro de Arthurus mientras dejaba caer descuidadamente su cigarrillo, casi consumido, y lo apagaba con el pie.

 

—Yo también fui soldado.

 

—…

 

—Lo que significa que he tenido bastantes problemas con armas de mierda.

 

La brecha entre sus cejas se estrechó por un momento antes de que Arthurus, con una sonrisa torcida en la cara, golpeara al señor Smith en el hombro un par de veces.

 

—Gracias por su duro trabajo, Sr. Smith.

 

Lois, el asistente que escuchaba a su lado, sacudió la cabeza para sus adentros.

 

El hombre de rostro aturdido no parecía darse cuenta todavía, pero aquello era un aviso de despido.

* * *

La línea que unía su mano, su brazo y su hombro sosteniendo el tubo largo era recta. Un leotardo color nude y una falda que no le llegaba ni a las rodillas ondeaban.

 

—Terca.

 

El director Mark chasqueó la lengua.

 

Era Karen Shanner, bailarina principal del Swan’s Ballet, y sobre todo una que ostentaba el título de “Étoile*”, que significa estrella brillante en el cielo nocturno.

 

N/T: También significa que es la bailarina principal.

 

Karen, con el pelo largo hasta la cintura recogido, llevaba horas practicando los mismos pasos de puntillas con sus mallas blancas.

 

Repetía el movimiento del pas de bourrée agarrada a la barra de ballet.

 

Hoy no había prácticas programadas, era el día libre de las bailarinas, pero Karen no parecía tener intención de abandonar la sala de prácticas ni siquiera hasta bien entrada la noche. No era la primera ni segunda vez.

 

Karen era una gran trabajadora que vencía la genialidad. Era tan persistente que, aunque los demás pensaran que no le pasaba nada, practicaba un movimiento una y otra vez durante toda la noche si no estaba satisfecha. No hacía excepciones, ni siquiera con los movimientos más básicos.

 

Los pasos parecían estar en orden cuando Karen retiró las manos de la barra de ballet y extendió los brazos para hacer el Port de Bras.

 

—Por qué no te detienes y te vas a casa.

 

—… Director.

 

El director Mark, que no pudo evitar correr la cortina para detenerla, entró en la sala de prácticas.

 

—También deberías saber descansar.

 

Karen, con gotas de sudor en la frente, se limitó a sonreír suavemente en lugar de contestar. El fino cabello que le rodeaba la frente estaba húmedo, pero era una mujer que no olía a sudor, lo cual era extraño.

 

—No me extraña que no tengas amigos si practicas tanto.

 

—Es algo bueno cuando la bailarina principal practica tan duro, así que no entiendo su molestia.

 

—No estoy molesto, molesto.

 

Era habitual que las bailarinas sintieran celos unas de otras. Lo que era extraño es que no tuvieran amigas cercanas, así como Karen.

 

¿Es porque es tranquila y callada?

 

¿Es porque es incomparablemente bella incluso entre las bailarinas que tienen la fama de serlo?

 

¿O porque es la mejor bailarina que ha ostentado el título de  “Étoile”?

 

Todas esas podrían ser las razones, pero el director Mark encontró una razón más fundamental.

 

—Tienes que aprender a mezclarte con la gente.

 

Karen era demasiado cerrada con la gente. Practicar hasta este punto puede considerarse como persistencia y pasión, pero en su opinión personal, estaba más cerca de la obsesión.

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