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El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 07

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Capítulo 07

Era la primera vez que Karen visitaba el Hotel Ripoll. Había oído más o menos de su estructura, pero no conocía los detalles del recorrido. A partir de aquí fue toda una aventura.

Karen giró a la derecha.

—¡Karen! ¡Espera! ¡H-hablemos un momento…!

La voz de Joseph Malone, al principio sonando muy enfadada y con intención de matarla, se volvía cada vez más patética. Por supuesto, Karen no se dejó engañar por la actuación del acosador.

Cuando estuvieron a solas en la habitación de hotel, ahí el hombre mostró sus verdaderos colores; ni bien pensó que se le había presentado una oportunidad.

—¡Te dije que te detengas!

Al ver que Karen no se detuvo ante sus repetidas súplicas, Joseph volvió a gritar con tanta dureza que su voz resonó en el pasillo.

—Ha, ha…

Menuda persecución. La respiración de Karen se hizo cada vez más agitada. Sus pasos cansados se detuvieron frente a un estanque de agua azul brillante.

Al final del pasillo, a la derecha, donde Karen giró, había una piscina para todos.

Aunque algunas habitaciones del Ripoll tenían piscina privada, no mucha gente se alojaba en ellas para pasar la noche en la capital, porque no era lo más atractivo (turísticamente hablando).

Normalmente, habría mucha gente en la piscina general, pero era otoño y el clima estuvo fresco en los últimos días. Además, era demasiado tarde.

—¿H-hay alguien ahí? ¡Socorro!

La gran piscina estaba vacía, sin una sola persona. Karen miró a su alrededor para ver si había alguien que pudiera ayudarla.

Fue justo entonces.

—¡Atrapada!

Justo detrás de ella, Joseph Malone la atrapó

—¡Suélteme!

—Te perdono.

Joseph Malone levantó por la cintura a la forcejeante Karen y continuó diciendo tonterías.

—Señorita Karen, esta debe ser tu primera vez, y yo estaba tratando de mover las cosas demasiado rápido, ¿verdad? Lo siento. Primero, cálmate…

Incluso en ese momento, cubierto de sangre, Joseph Malone no sabía cómo entender y aceptar correctamente la negativa de una mujer. Ella realmente no quería hacer esto, pero sentía que ahora no tenía elección.

Karen dejó caer los zapatos que había estado llevando en las manos para huir más rápido. Después de ponerse los zapatos estirando los dedos de los pies, estampó la parte superior del pie de Joseph Malone con el taco.

—¡Ahhhh!

Lleno de dolor, los brazos de Joseph Malone perdieron fuerza al instante. Karen no desaprovechó la oportunidad, se soltó y usó toda su fuerza para golpearlo en el plexo solar con el codo.

—¡Ughhh!

Un golpe en el abdomen naturalmente dificulta la respiración al momento.

Joseph Malone jadeaba y jadeaba, intentando recuperar el aliento.

Karen pensó durante una fracción de segundo. Llegados a este punto, el plan se había torcido.

Joseph Malone nunca ayudará al Swan’s Ballet. Y ahora le tocará lidiar sola con la enorme ira del barón Theron.

Con todos sus planes frustrados, Karen dudó sobre si agredir verbalmente a Joseph Malone una vez más mientras éste luchaba por respirar.

—”No” es no, entiéndalo, señor Joseph Malone.

—Ugh…

—No, señor Acosador Pervertido.

Después de ponerse bien los zapatos que se había calzado a duras penas, Karen se dio la vuelta.

Iba a salir de esta maldita piscina pública a paso ligero, dejar el hotel y nunca mirar atrás.

Dio un paso adelante y se detuvo, sobresaltada.

—Oh…

De ninguna manera, tras librarse sola de una crisis no esperaba encontrarse con otra sólo más tarde. Se había mostrado a sí misma sometiendo a un hombre por la fuerza…

Nunca pensó que el duque Arthurus Kloen, prioridad en la lista de posibles inversores para la compañía de ballet, la viera así.

—…

—…

Arthurus Kloen, con cigarrillo apagado entre sus labios rojos, miraba a Karen con una mirada indescifrable.

Luego, desvió lentamente la mirada para fijarse en Joseph Malone, que seguía arrodillado a su lado, gimiendo y cubriéndose el abdomen.

Hubo un silencio incómodo durante largo rato.

Debió de terminar de evaluar la situación, porque después volvió a encender el cigarrillo.

—¿Necesita mi ayuda?

—No.

—Ya me lo imaginaba.

Ese fue el final de la conversación.

Dio una calada profunda a su cigarrillo y se dio la vuelta, sin mostrar más interés por la pregunta; todo indicaba que hizo la pregunta por cortesía. Ahora parecía dirigirse a un lugar más conveniente para fumar.

Pero Arthurus sólo dio unos pasos antes de verse obligado a darse la vuelta de nuevo.

—¡Esta, esta, esta…! ¡No te librarás, zorra!

Mientras tanto, Joseph Malone, que apenas había recuperado la respiración, agarró rápidamente por el pelo a Karen, que se había distraído con la espalda de Arthurus.

Ya fuera por descuido o por pérdida de energía.

Karen fue incapaz de defenderse como antes. Sujetada por el pelo, fue zarandeada de un lado a otro por el hombre.

Su hermoso rostro estaba retorcido por el dolor.

—…

Para evitar la aburrida diversión familiar y a Sierra Miller, Arthurus dejó la piscina privada de su habitación y vino a la piscina general…

Y quedó en medio de algo molesto otra vez.

Arthurus sólo creía en los hechos claros que observaba por sí mismo, pero de hecho, hace un momento había dudado de sus propios ojos.

La bailarina principal del Swan’s Ballet, a la que había visto en escena apenas unas horas antes, había reaparecido ante sus ojos de forma impactante.

Quizás fue la impresionante forma de bailar de la mujer lo que hizo que el reencuentro fuera aún más memorable, o quizás fueron las circunstancias de verla poco después.

Al principio, pensó que se trataba simplemente de una situación en la que la ballerina estaba siendo amenazada por un hombre. Sin embargo, la esbelta mujer sometió con destreza y rapidez a un hombre fornido, como si hubiera recibido entrenamiento. 

(Becky: Las ballerinas pueden ser delgadas pero son fuertes, lo vi de primera mano).

—¡A-ayúdeme…!

Pero al verla ahora, impotentemente derrotada, sintió que soñó lo que había visto antes.

—Tsk…

En fin, hoy era un día lleno de cosas realmente molestas.

Arthurus apagó su cigarrillo recién encendido en un cenicero portátil.

A parte de lo impresionante que era la ballerina, no podía ignorar a alguien en crisis.

Caminó rápidamente y agarró el otro brazo del hombre que no sujetaba el cabello femenino. Luego le rompió la extremidad antes de que tuviera oportunidad de defenderse.

—Ah, ah… ¡Arghhhhh!

Crack, se oyó un sonido. Tal vez era un hueso roto. A Arthurus no le importó y golpeó ligeramente con el dedo índice la mano que había soltado su agarre del pelo femenino.

—Con que así presume su falta de educación en casa.

El impacto fue juguetón, con la fuerza justa, como si estuviera castigando a un niño sin educación. Pretendía ser una burla, y el hombre apretó los dientes ante el insulto, humillado.

—¿Q-quién eres? No creas que estarás a salvo…

Fuese quien fuese, romperle el brazo a un miembro de la misma clase alta no podía ser pasado por alto. Aunque no tenía un título de nobleza, Joseph estaba orgulloso de haber acumulado tanta riqueza que incluso los aristócratas no podían ignorarlo.

Pero en cuanto identificó al hombre que se había atrevido a romperle el brazo, enmudeció.

Se trataba de alguien a quien no podía atreverse a menospreciar.

—Nos vimos unas cuantas veces en algunas fiestas. Se acuerda, ¿verdad?

Cómo no recordarlo…

Al ser alguien que dió el primer paso para acercarse al duque, era imposible fingir que no lo conocía.

Arthurus Kloen era un héroe de guerra y alguien que recibía el apoyo entusiasta del pueblo, e incluso era la cabeza de una familia que tenía la plena confianza de la familia real. En otras palabras, significaba que no debía caerle mal, aunque no tuviera ningún vínculo comercial con él.

Aún si su único pecado fue ser rechazado por una mujer a la que amaba apasionadamente, podría ser interpretado como el villano en los ojos ajenos.

(Becky: Es increíble lo basura que es este tipo).

—¡D-duque! Esto es… T-tengo circunstancias personales. Puedo parecer el malo, pero…

—¿Qué debería hacer?

Arthurus cortó la inútil excusa de Joseph Malone. Sus ojos estaban puestos en el hombre que se había vuelto servil, como si estuviera suplicando, pero su pregunta iba dirigida a Karen.

—¿Lo entrego a la policía? Testificaré, de ser necesario.

—No. Déjelo ir.

—¿Me está diciendo que suelte al hombre que intentó intimidarla?

—Las cosas se están saliendo de control… No quiero que sea así.

—… Bueno, si así lo quiere.

Arthurus tiró del hombre para ponerlo de pie, este último lucía a punto de desplomarse.

—Adiós, señor José Malone.

El nombre correcto era Joseph Malone, pero ni Karen ni Joseph pudieron corregirlo.

Estremeciéndose bajo la mirada de Arthurus, Joseph fulminó a Karen por encima del hombro, luego volvió a mirar a Arthurus y luego envió una mirada persistente a Karen.

Al final, sólo se alejó cuando Arthurus bloqueó completamente a Karen de la vista.

Cualquiera diría que estaban saliendo.

El corazón de Karen latía con fuerza en su pecho.

—¿Eran amantes?

—¿Qué…?

Terminó escuchando una pregunta absurda. No de Joseph Malone, que ya se había ido, sino del duque Arthurus Kloen, que la salvó.

—De ninguna manera.

—O no.

—¿Por qué se hizo esa idea? Pudo ver como el Sr. Malone estaba ejerciendo violencia contra mí…

—Hay muchos hombres que son violentos con los más cercanos a ellos, señorita.

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