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El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 08

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Capítulo 08

Los ojos azul pálido, con cierto interés, se volvieron hacia Karen. No era una mirada pura, sino más bien una mirada de observar y poner a prueba a la otra persona.

A ella no le gustó la forma en que la boca del hombre se torció hacia arriba ni el brillo en sus ojos, incluso mientras la observó sufrir.

—Un hombre y una mujer están en un hotel, y uno de ellos habla de amor…

—…

—Por mi parte, no pude evitar confundirlos con amantes.

Este hombre, aunque se mostraba cortés, parecía encontrar la situación extrañamente divertida.

—¿Le resulta divertida la desgracia ajena?

—Hmm…

En cualquier caso, no tenía intención de hacerle nada al benefactor que la ayudó…

Verle girar la cabeza como si estuviera preocupado la hizo sentir un poco animada.

—Para ser sincero, fue molesto.

—¿Y ahora?

En lugar de responder, Arthurus sonrió con un toque de vergüenza. Esa sonrisa en sí era una respuesta suficiente.

—Pasaré de darle las gracias por su ayuda. Espero que se haya divertido gracias a mí.

—Si la he ofendido, le pido disculpas.

—No hay necesidad de dar una disculpa sin sinceridad.

Arthurus, al darse cuenta de que Karen quería marcharse, giró ligeramente su cuerpo hacia un lado para permitirle el paso. Ella intentó pasar junto a él. Pero algo sucedió cuando sólo había dado dos pasos.

—Ah…

El cuerpo de Karen se fue para un lado. El problema era que ella no fue la única que se desplomó.

—¡Ah…!

Arthurus se vio atrapado por la mano extendida buscando inconsciente algo a lo que sujetarse y cayeron juntos hacia un lado. Sucedió porque había bajado la guardia, sin tensión alguna.

¡Splash!

Como era otoño, el agua estaba especialmente fría, y la amplia piscina los engulló.

El primero en salir del agua fue Arthurus.

—Jaa… Ja, ja… 

Con cara de ratón ahogado y somnoliento, Arthurus se limpió la cara mojada y suspiró, para luego soltar una carcajada.

Recordó la pregunta femenina sobre si la desgracia ajena le divertía.

Pensaba que nunca la vería ni de lejos, menos en una presentación, y mucho menos tan cerca.

No, se encontró riendo sin control mientras experimentaba una serie de situaciones inesperadas con alguien en quien ni siquiera había pensado en primer lugar.

Era molesto y desconcertante.

Pero al menos un poco, una parte de él pensaba que la situación era tan absurda que le resultaba divertida.

Sí, sería correcto decir que le divierte.

Pero, dónde estaba ella ahora…

—¡Hey, señorita!

Riéndose con la cara tapada, intentó tardíamente ayudar a la bailarina que le había hecho caer al agua. Es censurable que se agarrara a él y cayeran, pero tenía que ser un caballero.

Entonces, pudo verla luchando en la piscina poco profunda, incapaz siquiera de mantenerse en pie correctamente. Se acercó presuroso, le puso las manos entre las axilas y la levantó como quien levanta a un niño.

—¡Cof! ¡Cough!

—… 

La mujer echó todo el agua que tenía en la boca justo en el rostro de Arthurus.

Él cerró los ojos, asimiló lo absurdo de la situación e intentó depositarla en la superficie. Pero la mujer volvió a forcejear y rodeó el cuello de Arthurus con los brazos.

—¿Señorita? ¿Podría soltarme?

—¡L-lo detesto!

—La profundidad no es mucha, está siendo un poco extremista.

A pesar de la profundidad a la que un adulto podría sostenerse sobre dos pies, la mujer se aferró obstinadamente a Arthurus y se negó a soltarlo.

—E-en mis piernas…

—¿En sus piernas?

—Tengo c-calambres…

—Ha~

Ya parecía extraño que estuviera luchando en un agua poco profunda, incapaz de ponerse de pie…

Arthurus miró a la mujer que se aferraba a él como si fuera un salvavidas, y emitió un sonido que bien podría ser un suspiro o una carcajada.

No tuvo elección.

Con cuidado, rodeó con sus brazos los muslos y la cintura de la mujer y se movió para salir de la piscina.

Sin embargo, con cada paso, sentía una extrañeza nunca antes presente.

Debido a la humedad, la fina ropa de la mujer estaba pegada a su piel, y se sentía como si estuviera sosteniendo un cuerpo desnudo.

No es que tuviera algún pensamiento insidioso por estar en estrecho contacto con una mujer sin parentesco de por medio. Estaba ayudando a alguien en apuros. Pero eso no significaba que no fuera nada. Por un lado, toda la situación era extraña y poco familiar.

Desagradable o no, era difícil definirlo de un modo u otro.

Arthurus subió la escalera, salió de la piscina y bajó a la mujer en brazos. Cuando examinó sus piernas, se dio cuenta de que ciertamente era un simple calambre.

—¿Todavía no puedes mantenerte en pie?

—… No.

Incluso si era capaz de mantenerse en pie, habría sido difícil dejarla ir en esas condiciones. No se puede dejar desatendida a una mujer mojada de pies a cabeza.

Están en un hotel de lujo donde sólo puede alojarse la clase alta, probablemente ella no tiene habitación. La habitación seguramente fue apartada por José, o Joseph, el hombre que estaba ejerciendo violencia sobre ella antes.

No podía enviar a una mujer allí.

—Para empezar, vamos a cambiar nuestras ropas.

Arthurus miró el cuerpo femenino, la ropa interior se mostraba tenuemente, y se quitó la chaqueta.

Estaba igual de chorreante, pero al menos podía cubrirla e impedir que alguien la viera de camino a su nueva habitación.

—Sosténgase de mí, señorita Desgracia.

—… Gracias, caballero que disfruta de la desgracia ajena.

Sin decir más, Karen se deslizó obedientemente entre los brazos de Arthurus. Pero no pudo ocultar el enrojecimiento de sus mejillas.

A diferencia de su misterioso aspecto en el escenario, esta bailarina, vista de cerca, tenía un aire bastante tímido.

Era involuntario, y él no quería saberlo.

Pero a Arthurus no le pareció mal el contraste.

(Becky: ¿Qué les pareció este primer encuentro? Yo amé traducir cada palabra <3).

* * *

Ya entrada la madrugada, Sierra bajó al primer piso del hotel.

Mientras Cato dormía, salió en secreto de la habitación para buscar a Arthurus, pero no pudo encontrarlo por ninguna parte. Incluso lo había buscado por todos los espacios que los huéspedes del hotel pueden utilizar en común. Aunque los demás no lo supieran, Arthurus, que escucha bien a su único pariente consanguíneo, Jude Cullen, no podía haber vuelto a su casa sin decir nada.

Finalmente, la frustración de Sierra la llevó a la recepción del hotel.

Al menos, si Arthurus se hubiera ido, el personal podría haberlo visto.

—¿De casualidad vieron a Arthur… Digo, al duque Arthurus Kloen? Mi prometido está preocupado porque su hermano no ha vuelto hasta tan tarde.

En el mejor de los casos, pensó que no lo habían visto, o le vieron salir del hotel, una de dos.

—El duque Arthurus ha reservado otra habitación… ¿No lo sabía?

Aunque no es tan famosa como Arthurus, Sierra es considerada la rosa dorada del imperio. También se sabe que es la prometida de Cato, por lo que el personal está encantado de responder sus preguntas; la consideraban como una más de la familia Kloen.

Y la respuesta fue algo chocante para Sierra.

—¿Reservó otra habitación…?

Fue ese momento.

Por lo general, Sierra tenía buenos instintos.

Como Cato solía decir: “Se puede engañar a cualquiera en el mundo, pero nunca a Sierra Miller”.

Hoy, Sierra tenía una sensación ominosa.

—¿Estaba solo?

—No. Estaba con una mujer.

Por primera vez en el día, Sierra maldijo sus buenos instintos.

—No puede ser… De ninguna manera, no puede ser así. ¿EL DUQUE ESTABA CON UNA MUJER?

El exabrupto de Sierra hizo que el personal del hotel pusiera cara de desconcierto.

—Mi prometido estaba muy preocupado. Su hermano mayor no es el tipo de hombre que suele estar interesado en la compañía femenina…

Al darse cuenta de que su actitud podría parecer extraña para los demás, Sierra balbuceó una idea de último momento.

—La familia estaba tan preocupada… ¿En qué habitación se aloja el duque Kloen?

Por supuesto, no se olvidó de husmear para obtener información.

* * *

No podía llevar a una mujer desconocida a la habitación donde se alojaba toda su familia.

En concreto, era mejor conseguir una habitación separada, sobre todo porque el abuelo podría confundirla con alguien que se casaría con su nieto y le daría bisnietos.

Dejó una propina en recepción y pidió que le trajera ropa nueva. Sin embargo, Arthurus era un aristócrata. No podía vestir ropa confeccionada y fácil de conseguir en cualquier sitio. Al final, el hotel se puso en contacto con la mansión del duque y consiguieron que alguien trajera las prendas adecuadas.

Ese alguien también traería ropa de mujer.

***

Incapaz de seguir llevando ropa mojada, la mujer se sentó en el sofá individual con una bata de baño.

Arthurus también llevaba puesto una. Nunca se había visto en esta situación con ninguna mujer.

Ni siquiera podía imaginar caer en una piscina con una desconocida, estar en una habitación de hotel a solas o quitarse la ropa y estar juntos vistiendo sólo batas de baño.

A él no le gustaban las situaciones que escapan de su control, pero lo que había vivido hoy no le hacía sentirse mal.

Arthurus se apoyó tranquilamente en la pared y analizó qué le había puesto en una situación tan excepcional.

La mujer dobló las rodillas y apoyó los pies en el sofá, soplando sobre su humeante taza de cacao para enfriarla. Parecía una niña mientras sostenía la taza blanca con ambas manos y esperaba a que bajara la temperatura.

Aunque su escote al descubierto y sus piernas torneadas distaban mucho de ser infantiles.

—¿Cómo se llama?

—¿No sabe cómo me llamo?

—¿No sería extraño que sepa el nombre de una mujer a la que nunca he visto antes?

—Asistió a la presentación de mi compañía de ballet.

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