—Dije que no funcionará si sólo tú eres la comprensiva…
Jude Cullen comenzó a hablar en voz baja, preocupado por la decisión de su nieto de mandar a su asistente.
—Pero, por favor, entiéndelo hoy.
Karen sonrió ligeramente y asintió.
—Lo hago.
—Hubo un tiempo en que yo era joven y era como ese muchachito. Valoraba mi trabajo más que a mi esposa y a mi hija.
—Ahora le da más importancia a su familia.
—Incluso en el pasado, la familia siempre fue lo más importante. Pero, en aquella época, pensaba que cuanto mejor marchen los negocios, mejor es para la familia.
Cuando llegaron a la parte delantera del jardín, donde estaba aparcado el vehículo, Jude Cullen dejó de caminar y la miró con amabilidad.
—Pasaron muchos años antes de darme cuenta de que debería haber valorado más el tiempo que pasé con ellas. Espero que Arthur no cometa el mismo error.
—…
—Karen. Siéntete libre de sentirte triste, disgustada y enfadada. En cambio, no sueltes a ese niño.
Ella asintió.
Pero no era una promesa sincera.
|De todas formas soy una farsante…|
Su propósito era mantener alejada a la acosadora Sierra Miller, pero también servía para tranquilizar al único familiar del duque.
Cuando le mentía como lo hacía ahora, la embargaba una incomodidad que le quería hacer huir.
—Abuelo, me encargaré de la señorita Karen.
—Por favor, queda a tu cuidado, Lois.
Karen inclinó ligeramente la cabeza para despedirse del anciano y luego subió al vehículo con Lois.
Mientras se alejaban, ella miró por el retrovisor y se dio cuenta de que Jude Cullen le dirigía una mirada melancólica mientras no apartaba los ojos del vehículo.
—El abuelo… Creo que es una persona muy cálida.
—Sí, yo también lo creo.
Lois, mientras conducía el coche, asintió de buena gana.
—Siempre se arrepiente de haber dejado en segundo plano a su familia cuando era más joven. Creo que por eso cuida más de la gente que le rodea ahora.
Él la miró a través del espejo retrovisor y, tras una pausa incómoda, volvió a hablar.
—No es que Arthurus la considere como algo secundario. Tengo esa certeza más que nadie, ya que siempre estoy con él. Sin embargo, no podía ausentarse de esta junta y…
—Lo sé. Todos los jueves apenas puedo contactar con él.
Karen era visible en el espejo retrovisor, se la veía contemplando con indiferencia el paisaje que había fuera de la ventana.
La mujer de piel blanca y cabellera dorada, emitía un aura de resplandor.
Lois no sabe cómo es su comportamiento delante de Arthurus, pero con lo poco que trató con ella, no parece haber mucha variedad en sus expresiones.
Lo único que hacía era mostrar una expresión inexpresiva o sonreír tranquilamente. Era difícil adivinar sus pensamientos en el momento.
Se le ocurrió que tal vez intentaba ocultar su decepción, que era mayor de lo esperado.
—Eh, señorita Karen…
Sin darse cuenta, Lois intentaba inventar excusas innecesarias.
—No estará quedando con una mujer distinta cada jueves, ¿verdad?
—¿Eh? ¡D-de ninguna manera!
Se apresuró a negar, con el corazón hundido.
Karen sonreía tranquilamente, pero Lois sintió la encontró más aterradora.
—Es porque estoy ansiosa. ¿Me lo puedes decir?
Sólo un momento apareció una sonrisa en sus labios.
Con ojos temblorosos, Karen estableció contacto visual con Lois a través del espejo.
—¿Qué hace el duque todos los jueves?
* * *
Toc, toc, toc.
Se escuchaba cierto sonido desde un escritorio oscuro de madera de ébano, una madera de alta calidad. Era el sonido que hacían los dedos de Arthurus al golpear el escritorio a intervalos regulares.
Los miembros de la Asamblea Nacional estaban reunidos y hacían mucho ruido, así que ninguno de los presentes prestó atención al pequeño sonido.
—Duque Kloen, ¿cómo va el progreso en cuanto al desarrollo de armas?
Toc-
Los golpecitos de Arthurus sobre el escritorio cesaron tras escuchar la pregunta dirigida hacia él.
—Estamos haciendo buenos progresos. Confío en poder mostrar pronto el producto acabado. Sin embargo, al tratarse de la primera arma de destrucción masiva que fabricamos, aún no podemos estar seguros de la seguridad de nuestras tropas que la usaran directamente.
Mientras hablaba con una expresión de aburrimiento en el rostro, utilizó la nueva arma como excusa para obtener una promesa para el emplazamiento de la fábrica.
Estaba muy orgulloso de lo que estaba desarrollando. Si no fuera un proyecto secreto, podría haber sido revelado al mundo hace mucho tiempo.
—Ah, duque Kloen.
Una vez terminadas todas las reuniones, nadie menos que el ayor Skyborough lo llevó a un lado.
—¿He oído que tienes pareja?
Le preguntó en tono socarrón, aprovechando la cercanía para chocarle el hombro.
—Así es.
—Qué seco. ¿Por qué no la presumes?
—Tengo mucho de lo que presumir, pero quiero guardarlo para mí.
El mayor Skyborough enarcó las cejas, sorprendido. Sabía por los tabloides que el duque tenía pareja. Pero también pensó en la posibilidad de que se tratara de una información errónea.
Siendo un hombre que sabía leer a las personas, había hecho hace tiempo una afirmación cercana a una profecía según la cual Arthurus viviría y moriría solo.
Pero ahora, a juzgar por su reacción a…
Parecía ir en serio hasta ahora.
—¿A la señorita Shanner le gustan los perros?
Mientras salían del edificio conversando, el mayor Skyborough dirigió su mirada a la lluviosa escena y preguntó. Antes de notarlo, estaba lloviznando fuera. Arthurus, naturalmente, sacó un cigarrillo de sus bolsillos y se lo llevó a la boca.
—¿Qué clase de tontería es esa?
—Mi perra parió cachorros.
El amor del mayor Skyborough por los perros era famoso por ser extraordinario. Esto incluía su acogida y cuidado para con todos los perritos militares retirados y sin hogar.
(Becky: Ay nooo, me muero 😭).
—Dígale a la señorita Karen Shanner que le daré uno si quiere.
El comandante Skyborough, después de mencionar el nombre de Karen, alguien que ya era una celebridad e incluso había aparecido en artículos debido a su escándalo con Arthurus, intentó chocar disimuladamente de nuevo con el hombro de Arthurus. Sin embargo, este lo evitó dando un paso a un lado, frunció el ceño y exhaló humo de cigarrillo.
—Es demasiado delicada para criar a un gran pastor alemán.
—Entonces tú puedes adoptar. En fin, si quiere ver a los cachorros, puede venir a mi casa. Por supuesto, tú también puedes acompañarla.
—Me lo pensaré.
—Supongo que me voy. Creo que estar contigo me hará querer fumar de nuevo.
Debido a la naturaleza militar, no había más remedio que ser estrictos con la jerarquía. Sin embargo, el mayor Skyborough y Arthurus pudieron seguir siendo amigos porque no eran muy cercanos en edad y uno se había retirado del ejército y ya no era soldado.
Aunque Arthurus no lo consideraba un amigo, siendo alguien que trazaba una línea para las personas, al menos el mayor Skyborough sí lo consideraba un amigo.
—Ah, y tú también deberías dejar de fumar.
—No fumo cuando voy a ver a mi pareja, así que no le prestes atención.
—¿Sabes lo sensibles que son al humo del cigarrillo las personas que no fuman? Si fumaste un cigarrillo ayer y tienes una cita hoy, ¿crees que no lo notarán?
—¿Piensas que mi pareja es como uno de esos perros que crías?
—Oh, no me lo puedo creer.
Aunque el mayor Skyborough se sintió agraviado, dio el primer paso, diciendo que su mujer lo estaba esperando.
Lois, que había estado observando desde la distancia, se acercó para situarse al lado de su amigo.
—¿Cómo fue la reunión?
—Igual que siempre. Aburrida y previsible.
Arthurus caminaba bajo el paraguas de Lois y discutía los resultados de las pruebas de la nueva arma. Mientras se acercaban a la parte delantera del coche hablando de los experimentos, Lois abrió la puerta del asiento trasero.
—Ah, y-
Arthurus volvió a mirar a Lois, con el brazo extendido sobre la puerta del coche, como si hubiera recordado algo.
—¿Y Karen?
—La dejé sana y salva en su casa.
—¿Alguien la estuvo merodeando?
—Creo que Joseph Malone ya se ha dio por vencido. El que hayas usado tus conexiones para que tenga problemas con la financiación de su negocio… Parece que será suficiente para que abandone a la señorita Karen, ¿no?
Lois volvió a hablar, ahora con más firmeza, para tranquilizar a su amigo, quien por primera vez estaba en una relación.
—Me aseguré de que llegue bien a su casa. Si no me crees, ¿vamos a su casa?
—…No. Creo que sería mejor descansar en casa.
Arthurus consultó su reloj y decidió no visitarla hoy.
Ya había sido acosada durante todo el día por el abuelo. Si añadía una cita para darle contenido a los tabloides, sería demasiado.
Al recordar cómo se desmayaba y se quedaba dormida cada vez que podía en el hospital, no parecía estar en muy buenas condiciones físicas, y mucho menos para bailar.
—Arthurus.
Cuando estaba a punto de entrar en el coche, Lois le detuvo. Por alguna razón, parecía estarle prestando mucha atención, a diferencia de lo habitual.
—¿Qué pasa?
—Bueno, la señorita Karen estaba preocupada. Como estás ocupado todas las semanas el mismo día, pensó que tenías otra mujer además de ella.
—Ha…
Arthurus estalló en carcajadas.
Hasta Lois le ayudaba a cumplir su rol de amante enamorado, merecía felicitaciones.
—Entonces, solo le dije que tenías juntas regulares cada semana.
Sin embargo, la expresión de Arthurus se endureció de inmediato al escuchar la respuesta.
—¿Qué dijiste?
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