La mera existencia de Arthurus le daba esperanza al pueblo y elevaba la moral de los soldados.
Si una figura simbólica muere, la desesperación del pueblo aumentará.
Y eso no era todo.
“Arthurus” era la compañía militar más grande y tecnológicamente avanzada de Gloretta.
Incluso estaban creando armas especiales con las que la familia real y los miembros del parlamento asistían a las reuniones semanales.
El hombre que tenía información clave en sus manos, y que podría tener un gran impacto psicológico en el pueblo de Gloretta si moría, no era otro que Arthurus.
—¿Alguna vez has sospechado de los que una vez fueron prisioneros en Kustia?
Arthurus no dio mucha respuesta.
De hecho, esa duda seguía vigente.
No estaba convencido, pero tampoco había dejado de dudar del todo.
Porque para proteger algo, hay que dudar de todo.
—Por cierto, la hermosa señorita Shanner también fue una de los prisioneros en Kustia.
Ante la mención de Karen, la mirada de Arthurus, ya lejos de ser amable, se agudizó.
—Veo que había una razón detrás de tanta insistencia por saber de mi novia.
—Mmm, no me malinterpretes. Sentí verdadera curiosidad por tu pareja. Pero dados los tiempos, creo que no estaría de más estar seguro. Estoy más preocupado por ti que por otra cosa.
Aunque agitó la mano de una manera que pareció apaciguar a Arthurus, el mayor no tenía intención de terminar la conversación.
—¿Cuánto has investigado sobre ella?
—De Karen, de ella me encargo yo.
Fue una respuesta que salió tan pronto como escuchó la pregunta.
—Su excelencia, no tengo intención de incomodarte.
—¿Pero por qué me siento incómodo?
—No malinterpretes mis preocupaciones.
La preocupación del mayor Skyborough por Arthurus podía ser genuina, pero no se puede negar que su preocupación por la seguridad nacional era mayor.
Si la campaña de asesinatos hubiera comenzado como Skyborough predecía, Arthurus habría sido el primer objetivo importante para el asesinato. Y por primera vez, una persona así tenía una pareja oficial. Y daba la casualidad de que esta mujer era una ex prisionera de Kustia, de quien alguna vez se habría sospechado.
Desde la perspectiva del mayor Skyborough, era un recelo razonable.
—Solo me preocupa que alguien que me importa reciba un disparo.
—Ya me han disparado un par de veces.
—Ninguna de ellas ha sido mortal. ¿Y aún así vienes a presumir delante de mí? ¡Por favor!.
El ambiente se tensó como una cuerda, pero sólo por un momento.
El mayor retomó su actitud juguetona. Sin embargo, era difícil decir que realmente haya superado sus sospechas sobre Karen.
《 —¿Cuánto has investigado sobre ella? 》
Arthurus pensó en Karen.
La investigación básica sobre ella ya había concluido. Había sido prisionera, pero no hubo actividad sospechosa desde su regreso.
|¿Realmente le creo?|
Pero en el fondo, una voz de duda secreta se alzaba.
Recordó la primera vez que la conoció, no en la función de ballet, sino en el Hotel Ripoll.
La vio luchar con Joseph Malone y pensó que debió tener un entrenamiento previo, no había errores.
Incluso cuando escuchó la historia del día del accidente de carruaje, no me sintió que ella fuera una mujer común y corriente.
El informe decía que Karen era al principio una recadera que ayudaba con el maquillaje de los bailarines y otras tareas en la compañía de ballet. También era cuestionable que pudiera captar la atención del director con sus habilidades cuando no había estudiado ballet formalmente y solo la aprendió por su cuenta.
Arthurus recordó a su primer amor, a quien había conocido en el campo de batalla hacía mucho tiempo.
Una chica que fue hecha prisionera por el país enemigo y luego liberada.
A partir de los sucesos de ese día, Arthurus comenzó con sus sospechas.
¿Por qué Kustia no mató ni devolvió a los prisioneros de guerra durante años?
* * *
—Aparte de estos bebés, quedan los otros. Son difíciles de manejar, así que planeamos quedarnos solo con uno o dos y dar el resto en adopción.
Karen asintió levemente.
Ya sabía que el mayor Skyborough y su esposa tenían varios perros. A juzgar por el hecho de que le había mencionado varias veces el tema de la adopción, supuso que realmente pretendía dárselos a otras personas.
—Me gustaría darlos a todos en adopción, pero quiero quedarme con algunos en casa por Haepi. Ella tiene un fuerte instinto maternal, así que creo que le resultaría difícil la ausencia de todos sus cachorros.
Haepi parecía haber bajado la guardia por completo con Karen. De vez en cuando la miraba mientras esta acariciaba a los cachorros, pero no se inquietaba.
Incluso moverse podía ser difícil debido a la pierna herida.
A Karen no le gustaba que los humanos usaran a los animales para su propia seguridad o conveniencia.
No solo en la caza y la guerra, sino también en el proceso de elaboración de medicinas; después de la experimentación, los animales llegaban a su fin. Ella sobrevivió a la guerra gracias a la medicina, pero eso la hizo sentir aún más triste y apenada, por los animales que sienten calor incluso con el pequeño roce de los humanos.
—Eso es…
Karen, que cruzó la mirada con Haepi, comenzó a hablar lentamente de otra cosa.
—¿Debería levantarme? Me pregunto de qué hablará el duque con el mayor.
—Entiendo lo que dices sobre echar de menos a tu novio.
Mary movió las cejas con picardía y se puso de pie.
Entonces, como si ese gesto fuera una señal, las luces de la mansión se apagaron de repente.
—¡Ay, Dios mío! Qué pasa. ¿Hay un corte de luz…?
La expresión de Mary se volvió sutil. Karen también se levantó.
¡Kwakwang!
Se oyó un fuerte ruido procedente de arriba.
Karen lo supo por instinto. Ah, no era un apagón normal.
Presentía que algo desagradable iba a suceder.
***
Un corte de luz repentino
—Nunca antes ha sucedido un corte de luz…
El mayor intentó levantarse de su asiento.
Fue en ese momento. Arthurus sintió una extraña sensación subiendo por su nuca. Algo difícil de describir con palabras.
Pero era una sensación que experimentaba a diario en el campo de batalla. Como si la intención asesina de alguien que le tenía en la mira fuera un cuchillo rozando su piel.
—¡Al suelo!
Rápidamente colocó la mesa, que no era para nada ligera, de lado y bloqueó la ventana cercana. ¡Boom! La mesa golpeó la pared con un ruido fuerte.
Las piezas de ajedrez rodaron al suelo junto con el tablero.
El mayor, en posición de boca abajo, abrió los ojos de par en par al ver un agujero en la mesa frente a la ventana. Arthurus se rió levemente al ver cierta revista atrapada en el suelo por la mesa.
—Es como dijiste, Mayor.
En contraste de su sonrisa aparentemente relajada, los ojos de Arthurus estaban llenos de tensión al sentir una amenaza a su vida por primera vez en mucho tiempo.
—Parece que está a punto de ocurrir un intento de asesinato.
—¿Tú? ¿O yo?
—Ya sea el mayor o yo, a quienquiera que maten, lo considerarán un éxito.
Y sería perfecto si ambos murieran.
El mayor Skyborough y su esposa vivían a las afueras de la capital para criar a sus perros. Con el corte de electricidad, el teléfono quedaba inservible.
Claro, habían hablado de una posibilidad de asesinatos, pero nadie podría haber predicho que sucedería el mismo día.
Porque no había movimiento de Kustia durante todo este tiempo.
No, eran excusas. En esta pretensión de bajar la guardia por la paz, fue él quien se descuidó más durante la tregua actual.
Había un denso bosque frente a la casa del mayor Skyborough, lo que significaba que era imposible predecir dónde podría estar escondido el asesino.
Si querían sobrevivir, tenían que salir de la mansión e ir a un lugar concurrido.
—Hay que huir.
—Supongo que deberíamos ir al garaje.
—El problema es…
Karen, esa mujer.
Karen y Mary estaban abajo. No se sabe cuántos francotiradores había, pero la casa estaba rodeada de bosques por todos lados. Y como en todas las mansiones, había un montón de malditas ventanas.
—Mayor, por favor, cuida de Karen.
—¿Y tú?
Parecía improbable que la frágil mujer pudiera escapar de una mansión que estaba siendo atacada por asesinos sin ayuda alguna. Alguien tenía que estar allí para ayudarla.
—Atraeré su atención.
Para que tres personajes escapen sanos y salvos, uno debe servir de cebo.
—¿Sabes que podrías morir?
—No te preocupes, sobreviviré.
Arthurus agarró las cortinas que estaban abiertas a ambos lados.
—¡Corre!
Mientras sacudía las cortinas, una bala atravesó la tela. Aprovechando el momento en que Arthurus ganaba tiempo, el mayor salió corriendo por la puerta.
—¡Iré por ellas!
Dejó atrás una promesa que se sentía como un saludo final.
Arthurus sacó una pistola del bolsillo interior del abrigo que se había sacado.
|Supongo que tendré que usar una funda de ahora en adelante.|
Incluso en medio de toda la situación, Arthurus se sentía incómodo sacando su pistola, guardó el cargador y se apoyó contra la pared.
***
¡Bang!
Se oyó un sonido como el de un disparo.
Mary era la esposa de un soldado, así que no tuvo problemas tras escuchar los disparos.
Haepi ladró y los cachorros estaban aterrorizados.
(Becky: Nooo, los bebecitos 😫)
Las dos mujeres se miraron, presintiendo algo siniestro al mismo tiempo.
En ese momento, la puerta se abrió.
—¡Mary!
En cuanto entró el mayor Skyborough, primero comprobó que su esposa estuviera bien.
—Cariño, ¿qué está pasando?
—Escuchen atentamente. Hay un asesino cerca de nuestra casa.
—¿A-asesino?
—Tenemos que ir a un lugar concurrido ahora mismo. Así no podrán atacarnos.
Karen, que había estado escuchando en silencio, tenía una expresión llena de ansiedad. Por más que mirara hacia la puerta por la que el mayor había entrado, no podía ver a Arthurus.
—¿Qué pasa con el duque?
Karen agarró el cuello del mayor Skyborough como una niña que busca a sus padres.
(Becky: Sólo le voy a pedir una cosa a la autora… Que los perros sobrevivan T.T).
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