Se dijo que la cirugía fue un éxito. Afortunadamente, la bala que le penetró el costado no alcanzó el punto vital. Sin embargo, también se dijo que necesitaría un período de recuperación muy largo.
Arthurus dejó de lado todo su trabajo y se dedicó a cuidarla.
Aunque ya tenía un cuidador, él permaneció a su lado sin dejarla ni un momento.
—Su excelencia.
—Si me dice que me vaya a casa, mejor guarde silencio.
Si sólo se fija en sus acciones, parecía muy sincero…
Pero la actitud de Arthurus hacia ella era algo hosca para ser un benefactor. Era como si le guardara rencor.
—¿Está enojado conmigo?
—¿Usted cree que no?
Estaba realmente enojado.
No tenía claro si estaba enojado con ella misma, pero si lo estaba, tenía una buena idea de por qué.
—No es su culpa, Duque.
Karen sonrió afectuosamente y lo miró a los ojos. Pero quizá esa mirada lo ofendió aún más. Este sólo frunció el ceño y la miró en silencio.
Me pareció como si la estuviera analizando.
…Tal vez era el momento de hacerlo.
—Eh…
Karen evitó torpemente el contacto visual e intentó pensar en algo que decir para relajar el ambiente. Ahora que la cirugía había terminado, Arthurus estaría dispuesto a complacerla si le pedía algo. Entonces, para cambiar la atmósfera incómoda, parecía mejor pedirle que hiciera algo inconveniente.
—Quiero salir y tomar un poco de aire fresco.
—No.
—Si salgo sentada en una silla de ruedas, no será demasiado duro para mi cuerpo.
—No es recomendable.
—Entonces por favor abra la ventana.
—Eso tampoco es posible.
—Se lo digo porque me siento sofocada.
—No.
—¿Por qué no es posible?
—Frío.
Estaban en plena transición del otoño al invierno, por lo que el viento es frío, es duro para el cuerpo, etc.
Parecía que no tenía intención de persuadirla con palabras dulces. Karen se sintió innecesariamente enojada.
—No me resfrío fácilmente, así que está bien.
—Yo tengo frío, tú no.
Arthur levantó una ceja y actuó con severidad. Ella sabía que era por su bien, pero presenciarlo le resultó un poco molesto.
—Siento que mi salud empeora porque estoy estresada.
Cuando Karen respondió con rudeza, Arthurus frunció el ceño levemente y luego suspiró. Luego se acercó a la ventana y la abrió apenas un dedo.
—Lo dejaré abierto por un momento.
—Gracias.
¿De qué carajo estaba agradecida?
Hoy no estaba satisfecho con ella. La estupidez tenía un límite.
Arthurus miró por la ventana sin mirarla. Es la estación que conduce al invierno. La temporada de frío intenso y cortante llegaría pronto.
No hay necesidad de prolongar el contrato hasta el invierno.
Mientras golpeaba el marco de la ventana con su dedo índice, abrió su rostro ceñudo y comenzó a hablar con calma.
—Puede permanecer en el hospital y recibir tratamiento todo el tiempo que desee. Se cubrirá todos sus gastos. Además, se le brindará todo el apoyo necesario hasta su regreso a los escenarios. A cambio de mi apoyo a la compañía de ballet e invertir en el negocio, el barón Theron ha prometido apoyar su regreso.
—…De repente, qué…
—Lo que quiero decir es que puede recibir su tratamiento con tranquilidad y comodidad.
Este nivel de compensación puede no parecer excesivo para la persona que le salvó la vida recibiendo una bala en su lugar.
—Por cierto, la mansión donde se aloja actualmente pasará a su nombre. Cuando Lois le traiga la documentación, solo tiene que firmar.
—Espere un momento, no entiendo. ¿Por qué hace eso?
—Debo devolver la bondad del benefactor de mi vida.
—Es demasiado para mí.
—Después de sufrir reveses en su carrera y recibir disparos, ¿no cree merecer una casa?
Arthurus preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado con una sonrisa de burla todavía en su rostro.
—¿Le hace sentir mejor pensar en sí misma como algo insignificante?
—No es eso. No es así…
—¿No es así?
—Como…
Karen tragó saliva con fuerza, sintiéndose como si la estuvieran regañando, y continuó hablando.
—Se siente como si me estuviese dando una pensión alimenticia.
Pensó que Arthurus se burlaría de ella. Solía tener un lado travieso.
Pero él mantuvo la boca erguida, mirándola fijamente sin decir nada. A medida que el silencio se alargaba, ella empezó a juguetear con las manos, sintiendo una creciente inquietud.
—Eres ingeniosa.
Poco después se oyó la voz de Arthurus, similar a un soliloquio*.
(Becky: monólogo),
Karen levantó la vista para ver su expresión. Él se acercó a la cabecera de la cama, con el rostro inexpresivo y emociones ilegibles.
—Eso es correcto.
El corazón femenino empezó a latir rápidamente.
No porque estuviera conmovida, sino por miedo.
Cree conocer las palabras que saldrán de la boca de Arthurus…
—¡S-su excelencia…!
Pensó brevemente en todas las maneras de hacerle cambiar de opinión. Sin embargo, en una situación inesperada, alguien que ya ha tomado una decisión puede actuar más rápido que alguien que busca desesperadamente una solución.
—Cerremos este trato.
No parecía enojado ni triste.
Arthurus era un hombre hábil en reprimir y ocultar sus emociones.
—¿Es porque me dispararon en lugar de usted?
Karen agarró inconscientemente el cuello de la camisa de Arthurus.
—Dijo que yo era su benefactora. Entonces no debería cortar lazos conmigo tan fácilmente.
—…Evitaré que Joseph Malone se acerque a usted en el futuro. Si necesita algo más, no dude en venir a verme.
—¡Eso no es lo que quise decir!
La razón por la que Karen logró entrar en una relación contractual con Arthurus fue para detener a su acosador, Joseph Malone.
Por supuesto, eso fue sólo una excusa superficial para engañar,
Pero si Arthurus iba a seguir resolviendo las razones superficiales, ya no había razón para continuar con su relación falsa por más tiempo.
—Soy…
Karen se devanó los sesos buscando algo convincente que decirle.
—Su excelencia, yo...
|Aún no.
No puedes dejarme ir
Si me dejas ir ahora, yo…|
Pero antes de que pudiera siquiera empezar a persuadirlo, llamaron a la puerta y se oyó la voz de Lois. Arthurus agarró la muñeca de Karen, que se aferraba a su collar.
Luego le quitó la mano con firmeza pero sin dolor y le dijo a Lois que entrara.
Al entrar después de observar la situación, el asistente tosió en vano y abrió la boca.
—Arthurus, lo encontré y lo he traído de vuelta.
Ante aquellas palabras, Arthurus miró a Karen y luego se alejó rápidamente.
—Le traeré a su verdadero guardián.
No dudó en dar la vuelta y salir de la habitación. Solo Lois, que seguía la estela de su amigo, le echó un vistazo.
—Verdadero guardián…
Era cierto que Arthurus no era un novio de verdad, por lo que tampoco era un guardián.
Pero ella sabe que su verdadero guardián no está en ningún lugar de este mundo.
Karen agarró la sábana con fuerza.
Al poco tiempo, se escuchó el sonido de dos personas caminando una al lado de la otra y la puerta de la habitación se abrió sin llamar.
Un hombre grande, de pelo rizado y con gabardina, entró corriendo a la habitación del hospital, sollozando.
—¡Hermana!
“Luis” miró cada parte del cuerpo de Karen con ojos que parecían que podrían derramar lágrimas en cualquier momento.
—¿D-dónde te lastimaste? ¡Cómo te pasó esto! Estuve tan preocupado… ¿T-te duele mucho? ¡¿Estás bien?!
En una desgarradora reunión familiar, Lois hizo una reverencia silenciosa a Karen en la puerta y salió de la habitación del hospital.
“Luis” enterró su cabeza en el regazo de Karen y derramó lágrimas, aparentemente ajeno al hecho de que Lois ya se había ido.
—Basta, Luis.
La mano femenina que había estado acariciando la cabellera rubia, similar al de ella, pronto se apretó en un puño.
—No, David.
El hombre, cuya cabeza fue levantada por el agarre de Karen, sonreía como si encontrara muy divertida la situación.
—Cuánto tiempo sin verte, Karen.
* * *
Mientras conducía al trabajo, Arthurus miró por la ventana el paisaje y recordó el rostro que había visto antes.
El único familiar de Karen era su hermano menor, Luis Shanner.
Se encontraba en la capital de momento después de un largo viaje. Lois pudo encontrarlo con tanta facilidad porque había causado un alboroto en la residencia donde Karen se alojaba originalmente.
Dijo que un hombre apareció en la residencia donde se hospedaba su hermana mayor, entonces Luis se peleó con él, pensando que el hombre le había hecho algo a su hermana.
Luego de eso, Lois pagó el dinero de la indemnización y llevó a Luis al hospital después de informarle sobre su hermana.
—¿Arthurus…?
Lois, sentado en el asiento del copiloto, habló con Arthurus mientras comprobaba su expresión a través del espejo retrovisor.
—¿De verdad vas a terminar con la señorita Karen Shanner? ¿Eh?
—Ya lo hice.
—Ay, Dios mío… Bueno, haz lo que quieras. Ya no sé qué hacer.
Lois fingió que no le importaba y luego, astutamente, volvió a mencionarla.
—Por cierto, como hermanos, se parecen bastante.
—…Hmm.
Arthurus no podía estar de acuerdo con el comentario de Lois.
A excepción del mismo cabello rubio…
Era difícil de creer que sean hermanos, no se parecían en lo absoluto.
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