Quizás fue porque la casa era tan acogedora y pacífica que sus sentimientos más verdaderos simplemente salieron a la luz.
—Tenía muchas ganas de verte…
—…
—Gracias por venir a verme así.
Ante la sentida confesión, Arthurus quedó inmerso en un aura nebulosa, como si la somnolencia de Karen lo hubiera infectado como una enfermedad.
Desafortunadamente, fue ella quien se despertó primero de la “dolencia”.
Karen, cuya mente estaba volviendo lentamente a la normalidad, se levantó rápidamente.
—Ah…
Luego se cubrió la herida que acababa de ser cosida.
—Sin excederse.
Arthurus respondió de inmediato y la sostuvo. Karen se sonrojó mientras se acostaba lentamente en la cama. Se sintió avergonzada por haber dicho algo inútil.
—Eh…
Karen preguntó vacilante.
—¿Dónde ha estado, su excelencia?
—Estuve en la prisión Altra.
—Ese lugar es…
—Es donde está preso Joseph Malone.
Mintió él sin pestañear, como si no hubiera conducido de regreso con las ventanillas bajadas para disipar el olor a sangre.
—Me avisaron que intentó suicidarse.
—Entonces…
—Tristemente, sigue vivo.
—…
—En cambio, quedó discapacitado permanentemente y nunca podrá siquiera soñar con escapar de la prisión.
(Becky: Damn, qué le hiciste).
Matar era demasiado fácil.
El deseo de hacerlo seguía arreciando, pero Arthurus se contuvo, haciendo acopio de toda su paciencia. A cambio de perdonarle la vida, se aseguró de que sintiera desesperación y dolor constantes mientras viviera.
—Su excelencia, luce feliz…
—De ninguna manera.
Arthurus lo negó con una sonrisa. Se mirara por donde se mirara, era un rostro que parecía feliz en un sentido siniestro, pero Karen decidió no hacer más preguntas. Cuando se trataba de Joseph Malone, deseaba borrar ese nombre de su mente si pudiera.
—¿Tuvo algún inconveniente aquí?
—Todos fueron muy amables conmigo.
—Si ocurre algo que le resulte inconveniente en el futuro, no dude en decírmelo.
—¿En el futuro…?
Como la conversación parecía que iba a ser larga, Arthurus se sentó en la cama.
Ella tragó saliva con dificultad. Quizás era porque era una noche oscura y solo se veía la luz del fuego en la chimenea. Se sentía innecesariamente nerviosa.
—De ahora en adelante se quedará aquí.
—¿Cuánto tiempo…?
—Bueno. Al principio iba a ser hasta su recuperación completa…
Arthurus, mirando al vacío como si recordara algo, dejó escapar una pequeña risa silenciosa.
—Entonces su hermano menor dijo algo. Si todo termina así, ¿no quedaría usted en desventaja?
—Mi hermano dijo algo innecesario.
—No. Creo que es una preocupación lógica como su familiar. Así que…
De vez en cuando, Arthurus esbozaba una sonrisa traviesa y juvenil. Como ahora mismo.
—Le prometí hacerme responsable por el resto de su días.
—¿Sí…?
—Soy un hombre que cumple sus promesas, así que supongo que no hay nada que pueda hacer.
Karen se sonrojaba y se enojaba cada vez que Arthurus actuaba como un niño travieso, pero en realidad no odiaba eso de él.
Le gustaba bastante bastante.
Lucía frío y racional, pero aún conservaba un lado infantil.
Entonces, cuando él sonrió como un niño y le expresó torpemente sus sentimientos, su corazón dolió aún más.
Fue porque recordó lo que David había dicho.
Que Arthurus Kloen estaba loco por ella.
—¿Le gusto, su excelencia?
Quería fingir que no lo sabía, pero no podía. Ignorarlo solo empeoraba la situación y no solucionaba nada. Karen tenía que enfrentarse al corazón de Arthurus.
Ante la pregunta directa, la expresión juguetona de Arthurus se endureció.
—¿Le gusto?
Karen preguntó de nuevo con voz clara.
—No sabía que me haría esa pregunta.
—Lo siento si lo malinterpreté. Pero…
—No hay necesidad de disculparse.
Arthurus añadió, evitando la mirada de Karen.
—No está equivocada.
Aunque Arthurus estaba acostumbrado a ocultar sus sentimientos, esta vez parecía ser la excepción. No pudo ocultar su expresión desconcertada y algo avergonzada.
—Creo que estoy interesado en ti.
—Si algo le interesa, entonces es así. ¿A qué se refiere con que “cree”?
—Estoy interesado.
Oh cielos, no.
Una frase tan sencilla que le hizo dudar si realmente estaba escuchando una confesión.
Aún así, el impacto que esa afirmación tan brusca y torpe tuvo en ella fue enorme.
Porque sabía que era lo mejor que podía hacer.
Y de entre todas las personas, tal confesión era hacia alguien que no merecía ese tipo de corazón.
—Es una emoción irracional y quizás fugaz.
—…
—En este punto, mi interés es del tipo romántico.
Una confesión nada romántica.
Pero, aún así….
—¿Le prometió a mi hermano que se haría responsable de mí por el resto de su vida, basándose en una emoción fugaz?
—Aunque estos sentimientos desaparezcan algún día, pensé que valía la pena darle una oportunidad al matrimonio.
Declaraciones llenas de expresiones nada bonitas, pero los vacilantes ojos azules revelaban sus verdaderos sentimientos.
—¿No sería una pérdida para usted, su excelencia, si se casa conmigo?
—Ya calcularé si es una pérdida o no, señorita Karen. Usted también solo debe calcular sus propias ganancias y pérdidas.
Karen se aferró con fuerza al borde de la manta y no dijo nada. Entonces, Arthurus, que había estado observando las apretadas manos, le habló de nuevo con una leve sonrisa.
—No quiero hacer nada ahora mismo. Por ahora, debería seguir siendo mi amante contractual y recibir lo que le ofrezco.
Dos impulsos contradictorios giraban constantemente en la mente femenina.
—Ahora mismo… Su corazón es como un dulce sueño, su excelencia. Un sueño fugaz. Podría ser una emoción que se volverá vacía al despertar.
Quería que lo piense de nuevo, sus sentimientos son falsos.
Realmente quería negar que le gustaba.
—Y aún así, ¿puedes decir que le gusto?
Pero también era cierto que quería confirmar que le gustaba. Karen era tan irracional como Arthurus, o incluso más, quien confesaba sentimientos irracionales y experimentaba emociones contradictorias e incompatibles al mismo tiempo.
Quería alejarlo por su bien, pero no quería.
Por el bien de su situación y la de ella.
Antes de darse cuenta, la mano de Karen estaba sujetando la gran mano de Arthurus.
—¿Y qué si es un sueño fugaz?
Arthurus preguntó como si hablara consigo mismo.
—Cuando estoy con usted, siento que estoy soñando.
Arthurus ha estado viviendo el día a día, inmerso en el trabajo, porque así puede quedarse dormido como si se desmayara.
Porque cuando sueña, tiende a recordar el pasado.
Entonces, para él, Karen no era una pesadilla, sino un dulce sueño. Era un sueño que podía tener con los ojos abiertos.
(Becky: Ayyyy :c).
—Aunque algún día me despierte de este sueño.
—…
—Siempre recordaré y estaré agradecido por la felicidad que me dio en este momento.
Aunque algún día se despierte de este sueño que puede ser fugaz, seguirá respetando a la otra persona y se esforzará en dar lo mejor de sí, usando las preciosas emociones y recuerdos como filtro.
Semejante confesión contundente, como si estuviera considerando seriamente casarse.
De hecho, Arthurus no era el único creyendo que la otra persona era un sueño. Para Karen, él también era un sueño hecho realidad.
Si quiere abandonar a la persona que está protegiendo y elige Arthurus, primero debe confesar que es un peligro para él y que debe dejarla.
Si acepta la confesión en secreto, debes planear con calma cómo usarlo a fondo. Solo así podrá completar la misión que se le ha encomendado.
—Yo…
Para llevar a cabo la misión de seducir a su objetivo, Karen creó palabras en su cabeza que sacudirían aún más el corazón ajeno.
Palabras más originales y conmovedoras que cualquier línea de una obra de teatro….
Pero en el momento en que Karen se encontró con los ojos azul grisáceos de Arthurus, sintió que su mente se quedaba en blanco.
La mirada seria en los ojos de aquel hombre que le volvió a decir que le gustaba aunque no la recordara* hizo que cualquier frase que intentara decir en su cabeza pareciera inútil.
(Becky: Recuerden que Arthurus y Karen tienen un pasado juntos, solo que él no la recuerda).
Karen sintió que se le revolvía el estómago.
No quería alejarlo. No quería decirle mentiras ni exageraciones para que se enamorara más de ella.
Aunque sabía que no debía continuar, Arthurus hizo que Karen quisiera ser libre y honesta, aunque fuera solo por unos minutos, unos segundos.
—¿Sabe algo?
En este momento, Karen no era la protagonista de una obra. No era un títere que alguien movía desde arriba.
Sabiendo que nunca podría ser libre en la realidad, se entregó voluntariamente a este momento de ensueño que Arthurus le regalaba. En este sueño, no tenía que mentir ni fingir. Era correcto ser honesta.
—Me ha gustado durante mucho más tiempo de lo que usted ha gustado de mí, su excelencia.
Y así, Karen se perdió completamente en el sueño, olvidándose de la realidad.
Fue como si lo hubiera conocido por primera vez como una bailarina común y corriente y así hubiera comenzado su relación.
* * *
Karen se encontraba en proceso de recuperación dentro de la mansión del duque Kloen, bajo cuidados diligentes.
El mayor Skyborough y su esposa vinieron a visitarla cuando sus heridas habían sanado lo suficiente como para que ella pudiera caminar por sí sola.
—Señorita Karen, no se esfuerce en levantarse.
Enterada de la visita del mayor Skyborough y su esposa, intentó levantarse de la cama. Ahora podía caminar con normalidad, pero Arthurus le señaló la silla de ruedas con una mirada fría y Lena la acomodó presurosa en la silla de ruedas.
El médico dijo que ya podía caminar….
Se sintió avergonzada porque parecía que estaba siendo sobreprotegida.
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