Capítulo 2
El Rey de Saphers, que estaba a punto de regresar a su país natal, declaró una moratoria de un día.
Dijo que le daría tiempo a la princesa Clarisse para prepararse, pero en realidad, sus intenciones eran otras.
No había duda de que Maximilian, el Duque de Sheridan, quien había prometido protegerla, cambiaría de opinión y le daría tiempo para prepararse… a fin de cortar el cuello de la joven princesa.
¿No es así?
Dijo que criaría a la niña que tomó hasta que cumpliera 18 años y luego la mataría.
El asistente de Maximilian, Quentin Sinclair, lo detuvo de inmediato.
—Duque, ¿realmente va a llevarse a la princesa?
—Sí. ¿Pero por qué pareces a punto de llorar?
—¡Eso es porque el Duque siempre hace cosas que uno no se espera! ¡Y sobre todo, no es fácil aumentar el número de personas en la mansión!
—¿Ah, sí?
—¡El Duque probablemente pensó que solo sería añadir un cubierto más en la mesa!
Finalmente, Maximilian se topó con un problema realista al escuchar eso.
Asintió lentamente y respondió tras pensar un momento.
—Está bien, diles que compren otro cubierto para la niña.
Rápidamente tomó su pluma y escribió “preparar cubiertos” en una hoja en blanco.
—¡Ay, por Dios! ¿Ni siquiera había pensado en eso?
Quentin se cubrió la cabeza con las manos.
—¡El Duque debió tomar la decisión por simpatía momentánea, pero son los sirvientes del castillo quienes realmente sufren!
Se acercó un paso más al escritorio de Maximilian.
Para ser más precisos, era el que usaba el príncipe del país arruinado que murió ayer.
—Viendo bien, parece que la princesa tiene solo siete años.
—No, tiene nueve años.
Maximilian corrigió el error, recordando los datos personales de la familia del rey Grezekaia que había visto en los documentos.
Pero no parecía ser un dato muy importante.
Quentin seguía sollozando.
—¡Tenga siete o nueve años, igual es adorable!
Gritó y lloró ruidosamente.
—Piénselo. Una niña de nueve años viaja por Sheridan, en el norte, donde hace frío. ¡Seguramente el Duque le pondrá ropa calentita y esponjosa!
—De acuerdo, lo prepararé.
Debajo de la hoja donde había escrito “cubiertos”, Maximilian escribió “ropa de peluche”.
Ahora que lo pensaba, probablemente también necesitaría eso.
Había oído que el invierno de Grezekaia no era diferente del otoño de Sheridan.
—¡Agh, si hace eso, seguro acabará encariñándose con ella!
¿Afecto? Maximilian inclinó la cabeza mientras repetía en voz baja esa palabra que le resultaba tan ajena.
Había oído esa palabra en obras literarias o en algún otro lugar, así que entendía de qué se trataba.
Un sentimiento terrible que impulsa a tomar decisiones irracionales.
Era una de las cosas que más odiaba Maximilian.
Todo aristócrata tiene el deber de tomar decisiones correctas.
No matar a la princesa era simplemente una extensión de esa idea.
No pensaba que la niña fuera linda ni digna de lástima.
Al haber nacido en una familia real, seguramente ya había disfrutado de muchas cosas.
En cambio, los niños del Reino de Grezekaia que había visto mientras marchaba estaban hambrientos y delgados.
Incluso los soldados del reino estaban desmotivados y famélicos, así que cuando llegó el ejército del Reino de Saphers, la mayoría ya había huido.
No hubo mucha sangre derramada en una guerra fácil que duró menos de un mes.
Tal vez el ejército del reino ayudó a salvar a más personas.
Porque el pueblo de esas tierras alababa al ejército del Reino de Saphers por compartir alimentos.
¿Pero simpatizar con la princesa de ese reino podrido?
Era imposible.
Aunque la contrincante fuera una niña que no entendía las circunstancias del reino.
Maximilian solo esperaba que Lysander, su medio hermano y Rey de Saphers, no rompiera una ley preciosa.
Porque es importante respetar las leyes establecidas al tratar con problemas que involucran a otros países.
Sin conocer sus pensamientos, los sollozos de Quentin continuaban.
—La gente del Castillo Sheriden no tiene inmunidad contra los niños adorables. ¡Esa terrible princesa seguramente derretirá los fríos castillos del norte, hará que todos se rindan y eventualmente los conquistará!
—Estás diciendo tonterías.
—¿Acaso el Duque no lee libros? Muchos libros populares hoy en día tienen ese tipo de historias. ¿Sabe por qué son tan populares?
—Parece que entretienen.
—¡No! ¡Porque cualquiera se debilita ante la ternura de los niños! ¡Los niños son lindos y preciosos! ¡Quieren protegerlos!
—Excelente.
Maximilian asintió.
—Aunque no sea por eso, iba a elegir a un tutor principal, pero ahora tú puedes hacer eso.
—¿Eh? ¿Yo, yo?
Quentin, que había estado gritando todo el tiempo, se quedó rígido con la boca abierta, luego negó con la cabeza.
—Ugh… Yo, yo no puedo.
—¿No dijiste que leíste muchos libros de crianza?
—No eran libros reales de crianza, eran novelas románticas de crianza. Es muy diferente de la realidad.
—Creo que dijiste que querías protegerla.
—¡Eso sería en el futuro! ¡Todos los niños son adorables!
—Por eso, cuídala.
—¡No quiero!
Retrocedió varios pasos con miedo.
—¿Está diciendo que cuando cumpla 18 años tengo que cortarle la cabeza a una niña que crié y llevarla ante Su Majestad? Ugh, no puedo hacer eso.
—No será una niña que hayas criado realmente.
Maximilian le respondió con voz solemne.
—Es una prisionera de guerra, es decir, una criminal.
—¡Pero sigue siendo una niña!
—Es la semilla del rey. Su mera existencia puede reclamar la legitimidad de reconstruir el reino.
—Entonces, Duque…
Quentin preguntó, ajustándose las gafas plateadas.
—¿Quiere decir que usted mismo puede criar a esa niña y matarla cuando cumpla dieciocho?
Era una historia terrible, pero Maximilian respondió sin dudarlo.
—Sí.
La va a tomar con ese propósito desde el principio.
Para castigar conforme a las leyes establecidas.
..Ay, sería mejor matar a la princesa ahora mismo.
Eso no puede hacerlo.
Maximilian, que estaba a punto de responder, fue interrumpido por un sonido sordo que provenía de la puerta entreabierta.
Los caballeros habían traído a Clarisse.
El sonido de antes parecía haber sido el de la bolsa vieja que la niña sostenía cayéndose al suelo.
—A-ah.
Clarisse dudó un momento, luego se apresuró a recoger la bolsa caída y la sostuvo con fuerza.
¿Habrá joyas o monedas en ella?
Tal vez pensó que necesitaba algo así para ir a tierras desconocidas.
La niña temblaba mientras miraba a su alrededor, y cuando se cruzó con la mirada de Maximilian, se sobresaltó y suplicó:
—P-por favor, perdóneme.
¿Escuchó su conversación desde la puerta? Su suave voz temblaba.
—Viviré en silencio, como si estuviera muerta.
No era algo que debería salir de la boca de una niña de nueve años.
—No lo sé. Haga lo que quiera, Duque. Le di una advertencia clara. No puedo con esto.
Dejó escapar un profundo suspiro y salió de la habitación con los caballeros, dejando solo al Duque y a Clarisse.
..
El Duque miró hacia abajo a la niña y recordó los sencillos detalles que había visto en los documentos.
Clarisse Lennon Grezekaia.
La única princesa de Grezekaia.
Se decía que era hija de la amante del rey… cuando buscó anoche, no había registro de quién era esa mujer. Quizás era de bajo estatus.
La reina, una mujer poderosa, debió haber matado a su madre biológica, mientras que el rey simplemente lo observó.
Y debieron domesticar a la niña con la palabra “bastarda” constantemente, para que no conociera su lugar ni se rebelara.
—Yo…
Tras pensar un momento, el Duque abrió la boca en voz baja.
No tenía intención de dar esperanzas vagas solo porque su oponente fuera joven.
Era mejor no tener esperanza alguna, como un espejismo.
Sería más fácil para el resto de la vida de la niña si se empapaba en desesperación, que si vivía feliz solo para caer de golpe en el abismo.
—Te mataré, Clarisse Lennon Grezekaia.
—…¡!
El rostro de la niña pronto se puso azul del miedo.
Seguramente por la oscura vida que había tenido.
La niña, que jugueteaba con la bolsa que sonaba, abrió sus labios temblorosos.
Tal vez suplicaría por su vida otra vez, diciendo “quiero vivir”.
—¿C-cuándo… será?
Sin embargo, lo que dijo la niña fue diferente a lo que él pensaba. Él respondió con frialdad.
—El día que celebres tu decimoctavo cumpleaños.
Ella debería desesperarse ante esa respuesta.
…Eso pensó, pero para su sorpresa, el rostro de Clarisse empezó a mostrar un profundo alivio.
La niña dio un paso hacia él y preguntó.
Como si no pudiera creerlo.
—¿P-puedo vivir… hasta los dieciocho?
Se alegraba de que no llorara a gritos ni insistiera en vivir
Pero nunca pensó que tendría un rostro lleno de esperanza como ese.
—Sí…
La respuesta del Duque fue un poco lenta porque estaba perplejo.
Clarisse se pasó una mano por el pecho como si ahora realmente estuviera aliviada.
—Pensé que el Duque cambiaría de opinión por culpa del hombre que dijo cosas aterradoras hace un momento. Estaba realmente asustada…
—No rompo la ley.
Lo declaró solemnemente, y la niña sonrió, abrazando con fuerza su vieja bolsa.
Esa reacción hizo que Maximilian, que no solía interesarse por los demás, empezara a dudar.
Debería alegrarse de no morir de inmediato, pero ¿de dónde sacaba tanta alegría y esperanza al saber que moriría a los dieciocho?
Tal vez reconociendo sus pensamientos, la niña habló con cuidado.
—Porque mi hermano mayor dijo que, cuando subiera al trono, lo primero que haría sería deshacerse de mí.
El Duque sabía que el rey de Grezekaia se estaba preparando para abdicar por razones de salud.
Sin embargo, no sabía que el joven príncipe amenazaba a su hermana menor de esa manera.
Teniendo en cuenta las palabras y acciones del príncipe el día anterior, no era particularmente sorprendente.
—Mi hermano mayor me decía todos los días que me mataría antes de que cumpliera doce. Pero… dieciocho años.
La niña debió sentirse extraña, porque presionó con fuerza su sucia bolsa contra la mejilla, ruborizada.
Un sonido constante de traqueteo salía de dentro.
—…No puedo creerlo. Estoy tan feliz.
El que no podía creerlo era Maximilian.
—El Duque es una buena persona.
No esperaba recibir semejante elogio tras decirle que la mataría a los 18, conforme a la ley.
La niña seguía sonriéndole brillantemente, sin la menor sospecha ni odio.
⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Matrone Scan
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