«Entonces, será para esta noche.»
Lise, una princesa sin respaldo del reino de Ainen, fue ofrecida como tributo al Imperio Hartanis.
La vida como concubina en Hartanis era mucho más cómoda y agradable que en Ainen, donde ni siquiera la trataban como sirvienta.
Cuando pensaba que había sido olvidada por todos, el emperador la buscó.
«Destard…»
La primera noche con el emperador.
A través de la venda en sus ojos, la voz del emperador le recordaba a su amante que murió hace cinco años: Destard, un esclavo fugitivo que ella misma había salvado.
Destard está muerto. Nadie sobrevive a las rápidas corrientes del río Marem.
Incluso si hubiera sobrevivido, no hay forma de que un esclavo esté aquí, en este lugar.
Ese hombre es el emperador del imperio.
Sin embargo, cuanto más se entrega al emperador, más piensa en Destard.
No puedes borrarlo de tu mente.
«Te concederé un deseo.»
La dulce propuesta del emperador.
Si fuera una concubina astuta, desearía algo como: «Concédeme tener un hijo de Su Majestad.»
Pero Lise solo tenía un deseo. No podía pensar en otra cosa.
«Quiero ver a Su Majestad…»
Tenía que confirmar quién era él realmente.
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