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Novela: ¡Cállate, dragona malvada, ya no quiero criar hijos contigo! - Chapter 5

Capítulo 5

 

Más que una venganza, esto era una fiesta de humillación.

Una noble dragona y un humilde humano no debían tener otro destino que la muerte mutua.

Y más aún siendo ambos figuras destacadas en sus respectivos bandos.

Una era la Reina de los Dragones Plateados, el otro, un valiente de la humanidad.

Su campo de batalla pasó de las mesetas y montañas a una amplia y suave cama;

Los gritos de lucha se convirtieron en gemidos suaves al oído;

Y lo que sostenían en las manos ya no eran espadas o cuchillos, sino partes del cuerpo del otro.

Esto era una humillación para Lion, el cazador de dragones más fuerte… pero ¿acaso no lo era también para ella misma?

Sin embargo…

La venganza de los dragones siempre ha sido incomprensible para los humanos.

La batalla estaba reñida, y Lion, para proteger lo que quedaba de su dignidad, giró la cabeza hacia otro lado.

Pero Roswither le tomó el mentón y lo forzó a abrir los ojos para mirarla.

—No seas tímido, valiente cazador de dragones.

—Puede que hayas pasado décadas en el campo de batalla sin encontrar una dragona con la que compartir placer, y ahora lo estás viviendo en carne propia.

—Abre los ojos, Lion. Mírame a la cara, mira lo que somos ahora.

—Ridículos, caídos, corrompidos. La unión entre humano y dragón es el colmo del absurdo, ¿no crees?

—Pero todo esto… es mi venganza. Lion, tu dignidad y tu orgullo serán pulverizados como cenizas bajo mis pies.

La reina, en su delirio, se veía más hermosa que nunca.

Una ronda de lucha alcanzó su clímax. Después de un siglo de conflicto entre humanos y dragones, en ese momento… ambos compartían un paraíso exquisito.

Roswither, sintiendo el calor de ese momento, alzó el rostro hacia el techo, su cabello plateado cayendo como una galaxia desde el cielo.

Soltó una risa algo enfermiza:

—Mira, gran cazador de dragones, estás siendo drenado por la dragona que más odias. ¿Lo sientes? ¿Sientes la humillación? ¿La impotencia? Jajaja… ¡JAJAJAJA!

Lion acababa de despertar tras dos años de coma, y su cuerpo estaba débil.

Después de esta situación tan intensa, sentía que su cuerpo colapsaba.

La nuca se le enfrió, todo le daba vueltas al cerrar los ojos.

Ya ni siquiera pensaba en hablar con Roswither, solo gritó con furia:

—¡Mátame, Roswither! Ya has tenido tu venganza, ¿verdad? ¡Entonces mátame de una vez!

Hace dos años, pensó que iba a morir, así que quiso tomar represalias humillando a Roswither en su último momento de vida.

Pero ella no solo lo salvó, sino que ahora lo estaba devolviendo todo con creces.

Para un orgulloso héroe humano, esto era peor que la muerte.

Roswither también dejó caer su fachada de ternura:

—¿Matarte? Hmph, ¿crees que el daño que me hiciste se paga con una sola caricia?

—¿Roswither, qué más quieres hacer…?

—Quiero que vivas, Lion. Quiero que vivas bien.

La reina se inclinó lentamente, acercándose a su rostro, su cabello cayendo sobre su oído, acariciándolo con suavidad.

—Solo si vives, podré seguir humillándote.

—Quiero que vivas toda tu vida con esta vergüenza, gran cazador de dragones. ¿Lo entiendes? ¡Toda tu vida! ¡Humillado por mí!

—Quizás estás pensando que puedes aprovechar un descuido mío para suicidarte.

—Pues qué lástima, incluso si te cortas la cabeza, usaré todos mis recursos para devolverte a la vida.

—Quiero que vivas, que siempre estés bajo mis pies, que soportes mi humillación y mi venganza.

—Lion Casmod… hasta que yo esté satisfecha, nadie podrá matarte. ¡Ni siquiera tú mismo!

—Jeje… jejejeje…

Los ojos plateados de dragona ya no contenían aquella ternura ni embriaguez.

En su lugar había una satisfacción y locura casi enfermiza, propias de una reina victoriosa.

—¡Además!

Su risa se detuvo de golpe. Sus ojos se abrieron ligeramente, pareciendo los de una lunática.

—Voy a dejar una marca en tu cuerpo.

—Esto, para los dragones, es un honor supremo. Muchos reyes dragón poderosos han querido recibir mi marca.

—Pero solo tú, Lion. Solo tú la tendrás.

—Porque para ti no representará honor en absoluto.

—Grabada en tu cuerpo, será un símbolo de vergüenza. Será la prueba de que eres mi prisionero, y que de por vida estarás atado a mí. No podrás irte a ningún lado.

Mientras hablaba, Roswither extendió lentamente su mano derecha. Un círculo mágico plateado brillaba en su palma.

Al mismo tiempo, con la otra mano, desgarró la camisa en el pecho de Lion.

—Roswither… para, por favor, para… no hagas esto…

—Te haré entender lo que significa desafiarme, Roswither. ¡Este es el precio!

Al terminar de hablar, presionó su palma contra el pecho de Lion. El círculo mágico se estampó en su piel.

No dolía mucho, solo una ligera sensación de ardor.

Lion apretó los dientes, cerrando los labios. Su puño temblaba en silencio.

Pero ahora mismo no tenía fuerza suficiente para resistirse a Roswither.

Solo podía dejar que esa dragona loca grabara la marca en su cuerpo, completamente impotente.

Después de varios segundos, Roswither retiró la mano. Hizo un gesto con el dedo y un espejo sobre el cabecero voló hacia ella.

Sostuvo el espejo con ambas manos, apuntándolo hacia el pecho de Lion para que pudiera ver la marca con claridad.

Era un dragón alado plateado, con detalles decorativos que incluían pequeños corazones.

Probablemente significaba “amor”.

¡Crash!

Roswither arrojó el espejo, que se hizo pedazos.

Luego, se abrió el escote, dejando medio pecho al descubierto.

Lion vio que en su pecho también tenía el mismo símbolo.

—Una Marca de Dragón. Cuando dos seres con este vínculo se piensan mutuamente, la marca reacciona.

—Claro que, tú sabes a qué me refiero con “pensar”.

—Los estudiosos humanos del dragón también conocen el significado de este símbolo.

—Así que aunque consigas escapar y volver al imperio, no me preocupa.

—Porque si tus compatriotas humanos ven esta marca en ti… dime, ¿seguirás siendo para ellos ese gran cazador de dragones?

Roswither dejó escapar una risita, se vistió, se bajó de la cama.

Se arregló el cabello desordenado, se puso los tacones, y caminó hacia la puerta.

Lion cerró los ojos, creyendo que todo había terminado por hoy.

Pero no.

—Voy a preparar comida para nuestra hija. Esta noche… continuamos.

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